“Yo soy contento de hacer lo que dices, Sancho hermano –replicó don Quijote-; y cuando tú veas coyuntura de poner en obra mi libertad, yo te obedeceré en todo y por todo; pero tú, Sancho, verás cómo te engañas en el conocimiento de mi desgracia.”

Sabemos que sin obediencia no hay convivencia y sin embargo, en nuestros días, obedecer no está bien visto; la rebeldía, la ambición, la impaciencia y el narcisismo colorean las relaciones humanas. Por ello quiero elogiar el valor y riqueza de la obediencia.