VII. HABITOS ADICTIVOS
Abordo aquí los hábitos adictivos como uno de los síntomas (6º y último) del malestar de la cultura actual. Si recuerdas inicié este hilo de pensamiento, que he reunido bajo el título genérico de CULTURA Y MALESTAR, dando una panorámica general en la primera entrega sobre la cultura y el entorno que envuelve nuestra forma de vida. Enumeré a continuación los seis síntomas que considero característicos del malestar que nos aqueja como sociedad. En la segunda entrega me centraba en la violencia (1º) como una de las señales patológicas de nuestra sociedad. En la tercera, apuntaba al individualismo (2º), en sus numerosas versiones. En la cuarta exponía algunas observaciones sobre otro de los rasgos característicos que reconocemos en cualquier momento y lugar que es la urgencia (3º). En la quinta, reflexioné sobre el ruido (4º) en su sentido literal, simbólico y figurado como manifestación reactiva de lo que podemos denominar el silencio de la soledad. En la sexta entrega me ocupé del papel que juega en nuestra forma de vida la negación o el rechazo de lo simbólico y lo subjetivo (5º). Esta es la séptima entrega de CULTURA Y MALESTAR.
Las conductas o hábitos adictivos ensombrecen nuestro estilo de vida. “Se originan sobre la base de conductas habituales, perfectamente normales y saludables -alimentación, bebida, entretenimiento, relaciones sociales, sexuales y laborales, juego, compras-, lo que las convierte en patológicas son la cantidad y la cualidad de las mismas, es decir el sentido que adquieren para la persona afectada”, decíamos en nuestro blog hace algún tiempo y añadíamos, “lo esencial de los hábitos adictivos es que el enfermo pierde el control sobre la actividad elegida y continúa con ella a pesar de las consecuencias adversas que le produce, interfiriendo gravemente en su vida cotidiana (laboral, social, familiar, de pareja). La vida gira, ansiosa, en torno a la adicción”.