Edvard Munch, pintor expresionista noruego del siglo XX, es el autor del cuadro El grito. Esta obra fue creada una tarde en que, paseando con dos amigos, el pintor entró, de súbito, en un estado de pánico y sintió que el cielo, enrojecido, le engullía.
No era la primera vez que sentía angustia, pues “enfermedad, muerte y locura fueron los ángeles negros que velaron mi cuna y, desde entonces, me han perseguido durante toda mi vida”, -confesaba a sus conocidos-.
Este no es un caso excepcional. Escritores, músicos, filósofos, bailarines, escultores, actores, futbolistas, de ayer y de hoy, han vivido o viven existencias lastimosas. En la mayoría de los casos, episodios menos graves o temporales, pero con frecuencia -como Munch- estados calamitosos y crónicos.